El otro día fui de concierto. Éramos mis dos amigas y yo y unos 100 adolescentes gritando y saltando, sin que el ritmo de la música o la cadencia de las canciones fuera necesariamente el que ellos llevaban.
Al final de la actuación, el cantante, un chico alto mezcla de Pepito Grillo y Mike Jagger se fue quitando prendas y lanzándomelas a mí. Me hizo acreedora de quedarme con su vestuario. Más que nada, para que se lo lavara que mi sobrino te manda mensajes subliminales que has de descifrar. Mi sobrino era el cantante de tan ruidosa banda y yo su invitada VIP
Mi sobrino es artista, es el artista de la familia. Bueno quizás decir artista sea algo pretencioso, ya que berrea o recita canciones dependiendo del estilo. También toca la guitarra con una furia que hace temer por las cuerdas, las suyas y las de la guitarra, pero al menos es alguien de mi familia que sabe tocar otra cosa a parte de los huev…
Lidera un grupo de música que va cambiando de miembros y de nombre, aunque el espíritu se mantiene: hacer cuanto más ruido mejor. La verdad es que la letra se les entiende poco, yo me la sé porque me usa de corrector, tacho y reescribo: soy su tippex Pero tampoco es algo que el público eche de menos.
Para mi sobrino soy su única tía favorita. Y aunque alguien pueda pensar que es fácil ser su tía favorita siendo la única que tiene, que no se engañe, que hay gente que tiene solo una pareja y se llevan a matar
Mi sobrino y yo tenemos un enlace, que se ha forjado por la cantidad de horas que le hemos dedicado: las matemáticas. Dos personas enfrentadas a los números crea relaciones difíciles de romper, sobretodo si una cree que un ángulo es el marido de la anguila o que los números primos son los más tontos de los números.
A mi sobrino y a mi perra les une una sincera amistad. Ella ha sido su apoyo cuando se le atascaban los problemas, le proporcionaba el consuelo de no ser el único que no lo entendía, aunque por el modo de colocar las orejas, la perra seguro que tenía una ligera idea (he de aclarar que mi perra participó de las lecciones, pero sólo como oyente).
Mi sobrino de pequeño era un niño tranquilo, gordito y con gafas, un Manolito Gafotas en 3D. Te lo podías llevar a cualquier parte, con darle un palo y una caja se pasaba las horas pensando, aunque luego el resultado de tales pensamientos se perdiera para el desarrollo de la humanidad.
Más tarde desarrolló una pasión por los coches. Podría correr las 24 horas de Le Mans en el asiento de la silla y no aburrirse del paisaje
Nunca se enfadaba, era alegre, tímido, risueño y muy inocente, era el único al que podías hacer el mismo truco casero de magia cada día y tenerlo alucinado; todo ello como se pude comprobar herencia de su única tía..
Su vida cambió cuando le regalé una guitarra. No sé por qué lo hice, debe existir, aunque no está comprobado, una especie de mensajes que se van transmitiendo por el aire, mensajes secretos especiales para cada persona, algunos llegan a sus destinatarios mientras que otros se pierden. Por esto algunos no encuentran su destino.
Desde el momento en que mi sobrino puso las manos en la guitarra se olvidó de todo (las mates lo primero) y se dedicó en cuerpo y alma a la música, bueno al menos lo intentó y por lo que se ve con más éxito que con las mates. Había que oirle destrozar cualquier cosa que tocaba, no se salvaba ni Serrat ni Sabina ni el “Clavelitos” de la tuna
Con el tiempo fue mejorando, las clases de mates se cambiaron por las de guitarra y por las de la logopeda que le enseñó a gritar sin romperse las cuerdas vocales.
Y ahora la crisálida se rompió y cual mariposa o mejor cigarra, mi sobrino va de concierto en concierto gritando sus temas y lanzando sus camisetas para que su tía encandilada se asombre de la metamorfosis que puede sufrir el ser humano.